La fortaleza del dragón (eBook)

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2018
294 Seiten
Grupo Rodrigo Porrúa (Verlag)
661000010188-7 (EAN)

Lese- und Medienproben

La fortaleza del dragón - Omar Castillo Santiago
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El Multiverso está conformado por una infinidad de diferentes dimensiones, cada una protegida por su respectivo guardián. Un joven es condenado a morir y renacer en diferentes épocas y en diferentes dimensiones por toda la eternidad. Conforme cumple su condena, su destino se entrelaza con el del Multiverso en el que habita. Éste es el comienzo de su travesía.


Cuando el Jeath abrió los ojos lo primero que vio fueron las fauces de un dragón que intentaba devorarlo, en ese mismo instante apareció de la nada un naipe de color negro que le salvó la vida. Lo último que recordaba antes de ese momento era haber sal¬tado de un puente para suicidarse. ¿Fue esa carta negra la que lo trajo a este mundo? ¿Está muerto acaso? ¿Qué es lo que está pasando?


Mientras tanto en la Cámara de las Puertas, el verdadero centro del Multiverso, los Guardianes de las diferentes dimensiones se reúnen, la Baraxa Os¬cura, su arma más poderosa, ha sido robada...

Dos grandes fauces llenas de afilados dientes ocuparon toda su vista; sintió el aliento incandescente de la bestia que le llenó los pulmones. La dentellada pasó a centímetros de su cara. Pudo sentir el potente golpe de aire producido por el aleteo y vio pasar sobre él una sombra que le pareció ser el cuerpo y la cola. La bestia pasó rozando el suelo con sus garras y remontó nuevamente el vuelo.

El joven giró la cabeza y se colocó pecho tierra para poder verlo bien; el dragón parecía un dinosaurio con alas y cuernos, su piel era negra y tenía una textura similar a la de roca volcánica, parecía más una armadura que piel de verdad. Entre sus articulaciones brillaban líneas de color rojo y las membranas de sus alas resplandecían con igual intensidad, como si se tratara de roca fundida. No se parecía en nada a la imagen que recordaba de Smaug en la pantalla del cine.

Asombrado, se incorporó para poder ver mejor la figura alada elevándose en el cielo, sin poder dar crédito a sus ojos. Poco después oyó un ruido tras de él y volteó para ver de dónde provenía; sin pensarlo dos veces salió corriendo en la dirección contraria. Detrás de él se acercaba a toda velocidad un segundo dragón, corriendo sobre cuatro robustas patas. Este dragón no tenía alas, era tan grande como una casa y tenía el cuerpo recubierto por una armadura de hueso, sobre su cabeza llevaba, a manera de casco, un cráneo que ostentaba dos largos cuernos curvos como los de un carnero y, naciendo de la punta de su hocico, emergía otro enorme cuerno que atravesaba la armadura de hueso. Parecía un rinoceronte prehistórico que arremetía a toda velocidad y que amenazaba con aplastar cualquier cosa que se cruzara en su camino.

Surcando el cielo se acercaban dos dragones más. El primero, apenas más grande que el dragón de magma, era de color blanco con escamas que resplandecían al sol como madreperla y las alas cubiertas de plumas. Incrustado en su pecho se alcanzaba a ver lo que parecía ser un diamante del tamaño de un puño y tenía tres cuernos amarillos sobre su cabeza, dos salían de su nuca y el tercero nacía de su frente, como el cuerno de un unicornio.

El último de los cuatro dragones era el más grande de todos. Cuando sobrevolaba el campo, parecía que sus grandes alas de piel traslúcida, rasgadas por el fragor de múltiples batallas, ocultaban el sol. Su piel era de un color blanco azulado y la armadura de escamas y espinas que la recubría era tan dura como el mismo diamante. Largas y afiladas garras plateadas coronaban cada una de las puntas de sus alas y su cola, la cual ondeaba en el aire con un movimiento semejante al de la cola de un cocodrilo impulsándose para nadar.

Cada vez que respiraba, un resplandor azul iluminaba su pecho, como si respirara relámpagos de tormenta; incluso sus feroces ojos parecían irradiar luz propia. Dos grandes cuernos crecían en la parte posterior de su cabeza, coronando tan colosal armadura. Le llamaban Fearstorm2 y con justa razón.

El dragón con piel de roca volcánica dio un rodeo en el aire y, cual halcón cazando a su presa, posó la vista sobre el joven recién llegado, que corría con desesperación. Frente al muchacho, construida en medio del valle se encontraba una ciudad, se dirigió hacia ella, buscando refugio entre sus calles. Se internó en el primer camino que encontró, enmarcado por altas construcciones de tres pisos sostenidas con gruesos pilares de madera. Las paredes de la planta baja estaban hechas de una arcilla rojiza, mientras que los pisos superiores estaban construidos casi en su totalidad de madera.

Mientras el joven se adentraba en la ciudad, el dragón de magma emprendió el descenso en picada para atraparlo. El muchacho casi llegaba al final de la cuadra, cuando el dragón cayó sobre una de las casas de madera, destrozándola por completo bajo su peso. Una lluvia de escombros se elevó por el aire, eran restos de madera y arcilla, envueltos en una nube de polvo rojo. La fuerza del impacto lanzó al pobre muchacho lejos del dragón, segundos antes de que sus alas derrumbaran el techo de la construcción sobre él.

El joven quedó tirado en el piso, cubierto de polvo y astillas de madera, estaba adolorido y había sufrido varios raspones, pero no parecía estar herido de gravedad. El muchacho abrió los ojos con dificultad y lo primero que pudo ver fue una pila de vigas de madera y trozos de roca donde antes había un bloque completo de casas.

Conforme el polvo se fue asentando, pudo distinguir que la pila de escombros se movía ligeramente, como si respirara. Observó con más atención, posando su vista en la negrura debajo de los restos del edificio. Un brillo de color rojo se encendió dentro de esa oscuridad, un temible ojo que posó su mirada sobre el joven que yacía a unos cuantos metros de él.

El dragón se levantó de los escombros extendiendo sus alas, que brillaron con fuego líquido, arrojando trozos de madera al aire. Como un velociraptor se abalanzó contra el muchacho, que retomó la carrera a través de las calles; el joven giró a la derecha en la esquina de la cuadra para evadir al monstruo, este apoyó una de sus alas en el suelo para poder girar y cambió de trayectoria.

Al finalizar la calle, la aterrorizada presa dobló hacia la izquierda, volteando hacia atrás para ver si el dragón todavía lo perseguía, pero no vio nada. Cuando creyó que por fin lo había perdido, la mole de garras y dientes atravesó un edificio por la mitad, haciéndolo añicos, giró con gran destreza sobre la calle y continuó la persecución tras del muchacho.

Las fauces del dragón se acercaban cada vez más a su objetivo quien las sintió tan cerca que pudo percibir como el aliento de fuego le quemaba la piel de la nuca. El joven cerró los ojos y dio vuelta en el primer callejón que encontró, la mordida del dragón pasó por segunda vez a centímetros de su cuerpo mientras sus alas demolían el techo de las casas a su paso.

Furioso por haber perdido a su presa, el dragón emprendió nuevamente el vuelo. Ya en el aire giró hacia sus compañeros, que se acercaban al valle, y lanzó un agudo chillido llamando al dragón Fearstorm. El joven salió a una explanada en campo abierto, varias carretas llenas de comida, carnes y vegetales estaban dispuestas en el lugar, como un mercado ambulante, algunas de ellas estaban tiradas con la mercancía regada por el suelo, prueba evidente de que sus propietarios habían salido huyendo de ahí a toda velocidad.

Volteó en todas direcciones buscando con desesperación al dragón que lo perseguía, sin encontrarlo. Entonces escuchó sollozos detrás de él, al voltear distinguió dos figuras femeninas agazapadas detrás de una carreta que estaba volcada: una niña pequeña hecha ovillo, llorando desconsoladamente y una joven que la abrazaba con fuerza y le hablaba, intentando hacer que guardara silencio. Cuando se disponía a acercarse para ayudarles, escuchó un trueno rugir en el cielo.

Volteó instintivamente para ver de dónde provenía y vio a Fearstorm volando hacia la ciudad. La bestia alada aspiraba aire preparándose para disparar su aliento mortal. En su pecho se iluminó un resplandor acompañado de un rugido que inundó el aire con el sonido de la tormenta. El dragón batió sus alas de huracán y atacó lanzando su thunderbolt3, mezcla de relámpagos y fuego azul, que cruzó el cielo como un cometa. El joven no alcanzó a pensar nada, sólo se colocó de espaldas a las chicas para protegerlas del ataque, cerró los ojos y levantó sus brazos para cubrirse la cara.

En el instante que lo hacía, otra de las cartas negras apareció en escena y, dando un giro en el aire, quedó suspendida frente al joven. El thunderbolt chocó de lleno contra la carta. Su impacto hizo retumbar la tierra, destellos de fuego azul volaron alrededor de la carreta y sus ocupantes, relámpagos saltaron en todas direcciones levantando astillas de las carretas vecinas y perforando el suelo. La ferocidad del ataque fue brutal, pero no alcanzó a dañar ni al joven ni a las dos chicas.

El thunderbolt se disipó alrededor de ellos formando un domo resplandeciente de color azul que los protegió. Cuando el ataque del dragón fue absorbido completamente por el domo, este comenzó a replegarse, devolviendo toda la energía acumulada al punto del impacto, concentrándola en un pequeño rectángulo del tamaño de un naipe que flotaba brillando con luz plateada frente al aterrorizado muchacho.

El joven bajó sus brazos tímidamente, abrió los ojos parpadeando, preguntándose si la luz que veía no era el túnel que todos dicen ver cuando uno muere. ¿Seguía vivo acaso? Vio la carta flotando delante de él. Se acercó con cautela para ver qué era y extendió su brazo izquierdo para tocarla. La yema del dedo en que llevaba el anillo apenas la rozó. El diamante incrustado entre los dos corazones brilló con el mismo destello plateado que la carta y un rayo de energía, con la misma intensidad que el original, salió disparado de regreso contra los dragones.

Una sombra blanca se precipitó hacia el disparo con la velocidad del viento y se colocó frente a los reptiles alados. El diamante en el pecho del dragón con escamas madreperla brilló al mismo tiempo que abría los brazos hacia los lados y extendía toda la envergadura...

Erscheint lt. Verlag 5.9.2018
Sprache spanisch
Themenwelt Literatur Briefe / Tagebücher
Kunst / Musik / Theater Malerei / Plastik
Schlagworte GRP • Grupo Rodrigo Porrúa • La fortaleza del dragón • Omar Castillo Santiago
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